Nos reuniamos,
lapiz en mano,
transpirando suenos
por los poros del alma,
para rebuscar por la calle
los versos que dejo tirados
Roberto Monzon,
Encontramos
las huellas
de sus aletazos secos
sobre la lengua del asfalto,
sus libros
de poesia
parida al calor del frio,
sus ediciones
hechas a mano,
cortadas a pulso
y escritas
a la intemperie,
Recogimos
los pertrechos de guerra
que abandono
producto de la pelea rabiosa
que le dio a la muerte,
Perseguimos
las huellas de su sangre,
nos sentamos
en las mismas sillas,
bebimos cafe
en el mismo cafe,
y reescribimos
su tosca poesia
que escondia la ternura
de un bardo alcoholico
aferrandose a la vida
a ultranza de todo....
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